viernes

Cuando pudiera no verse a sí mismo como una tierra ocupada por palabras e ideas equivocadas, tendrá que averiguar por su cuenta, o intentar pasar por alto, o aceptar -en el mejor de los casos- que había empezado a cambiar. La vergüenza no habla. De lo contrario diría: una tierra ocupada con propio consentimiento y por libre voluntad. A modo de algún tipo de rara analogía, se puede sucumbir a la idea de, la potencia extranjera que había ejercido el poder sobre sí mismo, se había mantenido escondida en el lugar más seguro de todos: en sus propios ojos. Es decir, que la potencia extranjera veía por sus ojos, a través de él mismo. Y ni los demás, ni él podían darse cuenta. Y tuvo que pensar que, para arrancar de sí el cuerpo extraño, tendría que desgarrarse. Casi llego a desearlo. Y había días en los que su único sostén era pensar en el "casi". El laborioso cultivo de "no" a partir del "casi". Era algo que trascendía al lenguaje.